MI COLLAR Y LA CADENA

Sentado a mi espalda, apartaste mi pelo para ponerme el collar en mi cuello, sentí tus manos ajustándolo cuidadosamente para luego enganchar la cadena que me regalaste, tan fina, fría, sutil y a la vez elegante, me gusto esa sensación. Una vez decorado mi cuello estiraste de la fina cadena para atraerme hacia ti, cerca de tu boca pero sin besar mis labios, luego bajaste para dejarme a la altura de tus piernas, sabía lo que querías, desabrochaste tu pantalón manteniendo firme la cadena que nos unía para dejarme ver y sentir tu excitación, baje mi cabeza, saque mi lengua y te ofrecí mis caricias, mi boca, mi sonrisa picara llena de deseo, esa mirada lujuriosa que me regalabas mientras lamia tu miembro erecto, brillante, esplendoroso, palpitante y mojado, deseoso de hundirse en mi garganta e inundarla de ti.


Me miras a los ojos, te encanta verme así de viciosa para ti, sentir el poder de disponer de mi para lo que quieras, eres el dueño de la situación, llevas las riendas del vicio para que nuestros cuerpos disfruten de las sensaciones, te encanta lo que sientes, lo disfrutas y lo compartes conmigo.