8/12/12

Amor propio









Hoy me levante con ganas de darme placer, “amor propio” es como lo llamo yo, busque por la red algo que me motivara, la verdad nada me llamo la atención, fui a parar a un video en el que una chica es sometida por varios hombres a los cuales no pueden ver, al principio del video se ve como le colocan unas lentillas negras, anulan su visión por completo, pero puede abrir los ojos, está expuesta a la mirada y a todo lo que quieran hacerle los allí presentes, me resulta excitante pensar, que pasara por su cabeza al no saber quiénes son, cuántos son, como son, que le harán…..mi cuerpo empieza a reaccionar y me humedezco un poco.

Empiezo a recordar, hace mucho tiempo que no me dedico a mi culito, me gusta el sexo anal, disfruto pero esta zona de mi cuerpo está abandonada ya que no practico, mi lema para poder tener en práctica relaciones de este tipo es tener un entrenamiento constante, recordemos que es un musculo y que realmente no está preparado para que las “cosas” entren, sino que salgan, por todo ello bajo mi humilde opinión creo que se le debe de dedicar un tiempo más o menos diario a que esté en condiciones para aceptar cualquier incursión en su interior sin lamentar situaciones después……

Debido al tiempo y las ganas de darme placer, decido dedicarme por este pequeño pero placentero orificio, el cual me ha dado orgasmos indescriptibles y por el que tenía un abandono sin motivo aparente.

Últimamente, tengo gran predilección por objetos cotidianos entre otros los vegetales, si, esos que piensas nunca hare esto, pues bien, que mejor que empezar el entrenamiento con una fría, larga y gorda zanahoria de la nevera.

Procedo al lavado y la preparación de mi ano para poder introducir esa apetitosa zanahoria, que no se bien,  ¡si darle un bocado o metérmela en el culo!, las preparaciones para este tipo de acciones no me interesan demasiado, así que lubrico la punta y simplemente con el calor de mi culo se empieza a derretir el lubricante, voy metiendo la puntita poco a poco, suavemente y voy untando ligeramente las paredes de gel, mientras me miro al espejo, una pierna encima del mármol del lavamanos, la punta de la zanahoria abriendo mi culo y yo con cara de placer y ganas de comérmela toda, voy moviéndola despacio y la introduzco por la mitad de tu tamaño, esta fría, la noto dentro de mí, ufffff eso me pone  a 100, notar algo frio dentro de mi cuerpo es una sensación que no puedo explicar pero que hace que mi coño empiece a chorrear, la saco suave hasta llegar al final, observo la apertura que deja tras su salida para de golpe volver a meterla sin contemplaciones, entra sin problemas, rápida y veloz, empiezo una marcha constante de entrada y salida, me noto muy excitada y no quiero correrme, decido parar.

Había preparado también un plug que solía usar, el tamaño era algo mayor por lo que dado mi nulo entrenamiento en tiempo no creía correcto empezar con él, ahora con mi culo abierto y mis ganas de follarmelo voy a castigarlo un poco.

Un poco de lubricante en la punta y de un solo golpe está instalado correctamente en mi culo, de mi sale un pequeño gemido de placer, me gusta llevarlo puesto, notar como mi culo está abierto todo el tiempo, preparado, dispuesto, sediento, no lo muevo, solo presiono sobre la base, hundiéndolo todo lo posible, sintiendo como se dilata mi culo y pensando en lo mucho que me apetecería ahora que me follaran el culo con una polla de verdad, decido que me lo dejare puesto un rato, mientras veo más videos, nada interesante la verdad, voy a por mí vibrador y por encima de las braguitas, las cuales puse para que el plug no tuviera ninguna ocasión de deslizarse sin permiso, le doy a mi clítoris la vibración adecuada para que en menos de dos minutos tenga un orgasmo increíble, notando como las contracciones de mi cuerpo abrazan el plug de mi culo, como si quisieran engullirlo y tragárselo completamente, acelerada y agotada, espero a retirarlo, cuando el azote de contracciones de mi cuerpo pasa, me relajo y lo retiro lentamente, uffffff que orgasmo, me voy a duchar, después de tan brutal sensación lo merezco.

2/11/12

Una tienda de animales, un observador y un collar

Hacía tiempo que por mi cabeza rondaba la idea de comprarme un collar de perro, pero lo quería de cadena metálica, me excitaba la idea….

Una tarde, en la que paseaba con mi pareja en aquel entonces, un chico madrileño, morboso, divertido, el cual no sabía hasta que punto llegaba mi capacidad para convertir, las situaciones más simples, en una experiencia morbosa.

Ese día, habíamos quedado en ir ver a una amiga, el venia de vez en cuando y apenas nos quedaba tiempo, tomamos algo con ella y al rato nos fuimos. Nos disponíamos a coger el autobús para ir de vuelta a casa, justo al cruzar la calle, vi un letrero que iba quedando detrás nuestro, era un tienda enorme de cosas de animales, di media vuelta, tire de su mano y le dije ven, el me miro extrañado, preguntándome que pasaba, a lo que yo le contesté, ya lo veras, tu calla y sígueme.

Mientras nos acercábamos a la inmensa tienda, al ver el rotulo, me miro con cara curiosa y a la vez divertida.


-¿Una tienda de animales?

-Sí, tu sígueme, quiero comprar algo.


No salía de su asombro, seguía mis pasos unido a mi mano, la cual lo agarraba con fuerza. 

Entramos en la tienda, buscamos la zona de los collares, su mirada cambio de intrigada a viciosa en cuestión de dos segundos.


-¿En serio vas a mirar el collar aquí? – me dice sorprendido


-¡Claro! Donde quieres que compre un collar de perro sino es en una tienda de animales?


Alguna vez le comente, que me daba morbo la idea de ponerme un collar metálico y que tuviéramos sexo con el puesto en mi cuello. Sabía que el metal y ese fría pero a la vez, excitante sensación que desprendía, me ponía cachonda.

Sonreía, sorprendido, divertido, vicioso, excitado, llegamos a la zona, había muchísimos tipos, quería uno metálico pero bonito y sensual. Estuve mirando entre los montones de collares y medidas hasta que vi uno que me encanto, era justamente lo que buscaba.

Entre tanto, nos dimos cuenta de que un hombre de unos 40 a 50 años, estaba dando vueltas todo el rato de un lado a otro, siguiéndonos, disimulaba, muy mal por cierto, pero se estaba poniendo cachondo con nuestro juego, eso daba más morbo, sin mirarle, jugueteaba haciendo como si estuviéramos solos, así el llamémoslo, “observador”, pudiera echar un vistazo furtivamente y pensar que no era visto por nosotros, mi pareja me comentaba al oído como se estaba poniendo cachondo al vernos, entonces el juego empezaba a tomar un nuevo rumbo……

Mi pareja miraba embobado, mientras ni corta ni perezosa me dispuse a colocármelo en el cuello y le pregunte:


-¿Qué tal como lo ves?
¿Diría que este me queda bien de medida, verdad?

El respondía atónito, sin dar crédito a lo que hacía.
 
-Si es muy bonito y creo que es tu medida, déjamelo que me lo pondré yo a ver qué tal me sienta- sonreía divertido, el juego le estaba gustando tanto como a mi.

La travesura de poner y quitar el collar de mi cuello y el de él, hizo que nuestro observador a distancia, diera rienda suelta a sus pensamientos, posiblemente los más excitantes y lascivos que pudo tener en una tienda de esas características, fue muy excitante tenerle con nosotros.

Entre risas, miradas picaras y juegos, se acerco un chico muy joven, el dependiente.

-¿Hola, les puedo ayudar en algo?

-Estamos mirando un collar de metal, gracias.- Le respondí sin dar mayor importancia al detalle de que nos lo habíamos puesto y posiblemente nos vio.

-¿Ah muy bien, para que raza de perro lo quieren?

Nuestras miradas se cruzaron, mi pareja atónita y sin saber que decir, yo divertida, sonrió amablemente al dependiente y le digo lo primero que se me pasa por la cabeza en ese momento.

-¡Ah, es para un mil leches! Suelto una pequeña carcajada cómplice, miro a los ojos de mi pareja y le veo dar un respiro de alivio y a la vez me mira con sonrisa picara.

Le digo al chico, que me gusta uno en particular pero que quería una talla más y le añado el detalle de que más o menos el cuello del perro era como el mío aproximadamente, el no dice nada, como buen profesional se poner a remover los que hay para buscarme la talla que necesito, lo encuentra y me lo acerca.

-¡Genial! Justo este es el que busco, muchas gracias.-

Me comenta que se puede cambiar si la talla no le viene, a lo que sonrío y le digo que eso esta genial y de nuevo le agradezco su ayuda, el chico desaparece entre los pasillos.
Mi pareja se acerca y me dice al oído:

-¡Mira como me tienes! – observo un gran bulto en su pantalón, a lo que mi expresión es de lo más divertida, le paso la mano sensualmente y sin disimular lo mas mínimo le cojo la mano sonriente mientras nos dirigimos a las cajas, pagamos y salimos.

En la puerta se me queda mirando con cara de vicio…..

-¡Eres una pasada!!!!!!! Vamos a casa estoy cachondo! Me has puesto a mil!

Volvimos a nuestra parada de autobús, nos quedaba un largo camino para pensar que haríamos al llegar….