Hacía tiempo que por mi cabeza rondaba la idea de comprarme
un collar de perro, pero lo quería de cadena metálica, me excitaba la idea….
Una tarde, en la que paseaba con mi pareja en aquel
entonces, un chico madrileño, morboso, divertido, el cual no sabía hasta que
punto llegaba mi capacidad para convertir, las situaciones más simples, en una
experiencia morbosa.
Ese día, habíamos quedado en ir ver a una amiga, el venia de
vez en cuando y apenas nos quedaba tiempo, tomamos algo con ella y al rato nos
fuimos. Nos disponíamos a coger el autobús para ir de vuelta a casa, justo al
cruzar la calle, vi un letrero que iba quedando detrás nuestro, era un tienda
enorme de cosas de animales, di media vuelta, tire de su mano y le dije ven, el
me miro extrañado, preguntándome que pasaba, a lo que yo le contesté, ya lo
veras, tu calla y sígueme.
Mientras nos acercábamos a la inmensa tienda, al ver el
rotulo, me miro con cara curiosa y a la vez divertida.
-¿Una tienda de animales?
-Sí, tu sígueme, quiero comprar algo.
No salía de su asombro, seguía mis pasos unido a mi mano, la
cual lo agarraba con fuerza.
Entramos en la tienda, buscamos la zona de los collares, su
mirada cambio de intrigada a viciosa en cuestión de dos segundos.
-¿En serio vas a mirar el collar aquí? – me dice sorprendido
-¡Claro! Donde quieres que compre un collar de perro sino es
en una tienda de animales?
Alguna vez le comente, que me daba morbo la idea de ponerme
un collar metálico y que tuviéramos sexo con el puesto en mi cuello. Sabía que
el metal y ese fría pero a la vez, excitante sensación que desprendía, me ponía
cachonda.
Sonreía, sorprendido, divertido, vicioso, excitado, llegamos
a la zona, había muchísimos tipos, quería uno metálico pero bonito y sensual.
Estuve mirando entre los montones de collares y medidas hasta que vi uno que me
encanto, era justamente lo que buscaba.
Entre tanto, nos dimos cuenta de que un hombre de unos 40 a
50 años, estaba dando vueltas todo el rato de un lado a otro, siguiéndonos,
disimulaba, muy mal por cierto, pero se estaba poniendo cachondo con nuestro
juego, eso daba más morbo, sin mirarle, jugueteaba haciendo como si estuviéramos
solos, así el llamémoslo, “observador”, pudiera echar un vistazo furtivamente y
pensar que no era visto por nosotros, mi pareja me comentaba al oído como se
estaba poniendo cachondo al vernos, entonces el juego empezaba a tomar un nuevo
rumbo……
Mi pareja miraba embobado, mientras ni corta ni perezosa me
dispuse a colocármelo en el cuello y le pregunte:
-¿Qué tal como lo ves?
¿Diría que este me queda bien de medida, verdad?
El respondía atónito, sin dar crédito a lo que hacía.
-Si es muy bonito y creo que es tu medida, déjamelo que me
lo pondré yo a ver qué tal me sienta- sonreía divertido, el juego le estaba
gustando tanto como a mi.
La travesura de poner y quitar el collar de mi cuello y el
de él, hizo que nuestro observador a distancia, diera rienda suelta a sus
pensamientos, posiblemente los más excitantes y lascivos que pudo tener en una
tienda de esas características, fue muy excitante tenerle con nosotros.
Entre risas, miradas picaras y juegos, se acerco un chico
muy joven, el dependiente.
-¿Hola, les puedo ayudar en algo?
-Estamos mirando un collar de metal, gracias.- Le respondí
sin dar mayor importancia al detalle de que nos lo habíamos puesto y
posiblemente nos vio.
-¿Ah muy bien, para que raza de perro lo quieren?
Nuestras miradas se cruzaron, mi pareja atónita y sin saber
que decir, yo divertida, sonrió amablemente al dependiente y le digo lo primero
que se me pasa por la cabeza en ese momento.
-¡Ah, es para un mil leches! Suelto una pequeña carcajada cómplice,
miro a los ojos de mi pareja y le veo dar un respiro de alivio y a la vez me
mira con sonrisa picara.
Le digo al chico, que me gusta uno en particular pero que
quería una talla más y le añado el detalle de que más o menos el cuello del
perro era como el mío aproximadamente, el no dice nada, como buen profesional
se poner a remover los que hay para buscarme la talla que necesito, lo
encuentra y me lo acerca.
-¡Genial! Justo este es el que busco, muchas gracias.-
Me comenta que se puede cambiar si la talla no le viene, a
lo que sonrío y le digo que eso esta genial y de nuevo le agradezco su ayuda,
el chico desaparece entre los pasillos.
Mi pareja se acerca y me dice al oído:
-¡Mira como me tienes! – observo un gran bulto en su
pantalón, a lo que mi expresión es de lo más divertida, le paso la mano
sensualmente y sin disimular lo mas mínimo le cojo la mano sonriente mientras
nos dirigimos a las cajas, pagamos y salimos.
En la puerta se me queda mirando con cara de vicio…..
-¡Eres una pasada!!!!!!! Vamos a casa estoy cachondo! Me has
puesto a mil!
Volvimos a nuestra parada de autobús, nos quedaba un largo
camino para pensar que haríamos al llegar….
Siges conservando el talento para describir situaciones morbosas.
ResponderEliminarSAAS
Hola SAAS ains perdona por tardar tantooooooo soy un despiste, te lei pero dije luego contesto y ......pasaron los meses, espero que el proximo relato te guste tambien :)
ResponderEliminarUn saludo!!
Este relato en pajis lo hubieran mirao con lupa solo por el título jajajaja
ResponderEliminarEn los Sex Shop también venden correas metálicas pero vamos que la de un perro será mas resistente digo yo y asi no te escapas xd!!
Por cierto ¿ya tenías a tu perrita o fue despues?
Richiem
Hola Richie, lo se jajajajjaja pero es simplemente morbo traducido a palabras, cuando lo escribi era el 2009 aproximadamente pero no lo publique ya has visto que hay etapas muertas en el blog, tambien era dificil encontrar algo asi incluso en sexshop que no fuera de una tematica clara sobre el tema, hoy en dia lo tienes en cualquiera.
ResponderEliminarRealmente el morbo de la situacion es que ocurra en un lugar comun y que nadie pueda pensar que es para un perro o para jugar....
Asi que mi perra tiene 1 año jajajajaj va ser que no estaba en mis planes tenerla ;)
Besos!